viernes, 28 de septiembre de 2007

Público, ma non troppo



Aquí recogemos una aportación valiosísima del compañero periodista Rafael Cid a quien hemos pedido su opinión sobre el lanzamiento del nuevo diario, PÚBLICO:





Público, ma non troppo

La llegada de un nuevo diario a los kioscos que se autopresenta como situado a la izquierda de El País, nos impulsa a hacer de la necesidad virtud. ¿A la izquierda de El País significa que éste está a la derecha y que el que recién llegado será de centro? Otra cosa parece difícil. Resulta impensable suponer que el periódico “independiente de la mañana” es realmente un contrapoder, en el sentido montesquieniano de la palabra. Nada de lo que destila el diario más audaz para el monárquico más inteligente lo insinúa. Así que situarse a la rive gauche de El País sólo puede ser una boutade de los magos del marketing.

El segundo foco de interés que suscita Público es el hecho de que su staff se residencie en un elenco de periodistas fogueados con reconocido mérito en internet y blogs. Está bien, es el signo de los tiempos en esta sociedad que dicen del conocimiento y virtual, aunque los índices de analfabetismo funcional y cultural son cada vez más reales. La cuestión que cabe plantearse es ¿cómo se manejará un medio de prensa pilotado por expertos en comunicación digital? ¿Sobredimensionará esa vertiente? ¿Tendrá público propio el Público o será vicario respecto de los clientes habituales de esa galaxia, en su mayoría jóvenes? ¿La savia digital ayudará a salvar la brecha informativa existente o contribuirá a segregar aún más las audiencias entre los realmente enterados y los que se contentan con estar empachados?

Y finalmente, un periódico a 50 céntimos de euro y con dvd diario gratis parece un tiro para un sector cuyo precio estándar es el doble, aunque en general nunca valen lo que cuestan, por más que salden vajillas, cuberterías y cruasanes. Pero, hay un pero: ¿de verdad creen que en un mercado diezmado por “los gratuitos” el precio reducido es un factor decisivo en la elasticidad de la demanda? El País, que se ha sentido aludido con la aparición del primer número de Púbico hasta el punto de contraprogramar con una rancia exclusiva sobre lo que todos ya sabíamos del idilio entre Aznar y Bush, dice con indisimulada mala leche que su “precio inicial será de 50 céntimos, una tarifa que le sitúa a medio camino entre los periódicos gratuitos y los de pago”.

Una precipitación impropia de la veteranía del rotativo de Miguel Yuste. Porque si hubiera esperado a tener en la mesa de operaciones el número uno de su rival hubiera comprobado que tiene aún mucho de simulacro. Hay eso sí, un rosario de buenas intenciones (atraer como lectores también a internautas, radioyentes y telespectadores; hablar menos de guerras y política; etc). Pero son confesados propósitos de enmienda, porque precisamente su portada, dedicada a una exclusiva etarra que sólo es un refrito de documentación, representa una oportunidad desperdiciada. Aparte de incurrir precisamente en el vicio del que dice renegar: cuenta una historia ya sabida, que aburre a su pretendido target y además trata de la guerra nuestra de cada día.

¿Y cómo es por dentro este Público que, con desprecio para esa inmensa mayoría que representa el abstencionismo, declara tener como referente de la vida política sólo al “votante”? Un bonito y colorido escaparate atiborrado de imágenes, escaso de noticias y con inflación de posters de opinión en el rincón de los quintacolumnistas ¿Habrán pensado los hacedores de Público que la generosa foto con que se ilustran las firmas en una semana de presencia diaria sonará a cosa leída por la contumacia del clónico careto? Por no hablar de esas de esas llamadas en portada que casi desaparecen dentro, como la de la niña Madeleine. Si merecen el honor de primera, ¿por qué luego se las despacha con unas líneas de aliño? Por cierto, ingenuo artículo el de su director, pensar a estas alturas que en ETA manda y decide un sólo hombre.

Doctores tiene la iglesia. Humildemente uno piensa que el único hueco cierto que queda en la prensa española es ese espacio que sigue clamorosamente vedado: un diario que sea orgullosamente republicano (res-pública), social, laico (Público dice serlo) y democráticamente comprometido. El resto son gaitas. Porque conocernos, lo que se dice conocernos, ya nos tuteamos todos. Y en general la tradición es que los asuntos públicos, encubran negocios privados. Hecha la sana crítica, afirmemos las conclusiones. Cuando la adición cotidiana nos haga superar el efecto caleidoscopio de tanto retrato a color y traiga noticias, Publico será más que una joven promesa. Permanezcamos atentos a la pantalla.