Una peculiar muestra de la simultaneidad de pensamiento.
Blog sobre comunicación.
No cabe duda de que la comunicación entre especies diferentes es posible y, para quienes tenemos la suerte de disfrutarla, adquiere una dimensión especial que supera cualquier argumento antropocéntrico. Ellos están ahí y nos demuestran que ser animal o persona no es algo tan lejano; es más, nos sacan del papel de soberanos del planeta para recordarnos que nuestro conocimiento es limitado, angosto y tiende a oscurecerse cuando despreciamos lo que no sabemos. Ellos saben, y mucho. Saben de interacción y de adaptación, pues son capaces de aprender el código con el que decirnos todo aquello que desean, sin que el lenguaje sea obstáculo. Saben de afecto, por más que una línea de pensamiento rigurosamente científico nos pueda llevar a pensar que tras el cariño máximo solo hay dependencia. Se colocan en nuestras vidas y las llenan. En su papel, que no puede ser menor porque su esencia es grande. Con sus limitaciones, que logran reducir al máximo para encontrar ese hilo que les conduce a nuestro reducto más íntimo.
Gracias, por tanto, amigos, por enseñarnos a ser algo parecido a lo que ven vuestros ojos cuando nos miran. Río no perdió esta mirada en sus 14 años de vida. Su familia le conoció brillante, con 45 días y la despreocupación de saber que el suelo que pisaba no podía ser más seguro. Esta seguridad le ha acompañado hasta el lunes, cuando el brillo no llegó a apagarse y se convirtió en su estela. Río se ha marchado al campo. Está en ese lugar que creamos para nuestros seres queridos, y allí sigue siendo mitad animal y mitad ser humano, porque su interacción con nosotros le dio ese matiz que a él le hizo la vida animal más compleja y a nosotros nos dio una mirada directa desde la esencia ancestral que nos conecta con la tierra.

En su número de junio, la revista está de cumpleaños, pero ni siquiera con esta excusa se permiten un exceso de vanidad y prefieren enfocar la fiesta con un enfoque profesional. Muy acertado el repaso por la evolución del sector editorial en estas últimas dos décadas (artículo de María de Cos y Rosa Melendo), así como el artículo de Teresa Peces en el que se relata la historia de la revista en paralelo al desarrollo y cambios de un área profesional y comercial que ha ido reflejando cada una de las transformaciones sociales que ha vivido nuestro país durante este tiempo.

Leer a intelectuales como Muñoz Molina o Javier Marías nos pone a cada uno en nuestro sitio. Suerte contar con ellos. Ubicándose en la cúspide de la alta sociedad pensante (la que cobra por pensar y termina pensando que por esto mismo son los únicos que lo hacen, o que lo hacen bien), sufren con poco aguante la distinción que existe entre ellos y la masa. Lo han manifestado en numerosas ocasiones (Muñoz Molina se quejaba hace tres años del efecto terrible que el festejo de los eventos culturales emblemáticos tenía para la élite. Ponía como ejemplo el aniversario de El Quijote, pues fomentaba que "cualquiera" pudiese incordiar teniendo acceso a la vulgarización de una obra magna, que sólo las mentes preclaras podían apreciar en su justa medida).

