martes, 23 de agosto de 2011

Expectativas sobre periodismo en el aula ‘Ortega y Gasset’


El pasado martes, 16 de agosto, tuve la suerte de participar en el Aula Ortega y Gasset, en la UIMP. Me invitaron para exponer algunas ideas sobre la profesión de periodista ante 50 alumnos del último curso de Bachillerato con los expedientes más brillantes. Era todo un reto porque se encuentran en un punto muy importante de sus vidas: la elección de la carrera universitaria que van a cursar, y porque se trata de chicos y chicas excepcionales. Y así lo pude constatar.

Preparé una charla ligera en la que quería poner de manifiesto, sobre todo, el acercamiento necesario entre expectativas y realidad a la hora de acercarse a cualquier profesión. Es el único modo de reducir el margen de incertidumbre que siempre vamos a encontrar en una decisión como esta (que tomamos jóvenes y cuyas consecuencias nos acompañan toda la vida).

Quise exponerles el proceso de toma de decisión como algo a lo que se van a enfrentar con frecuencia a partir de ahora, ya que van a ir creando su itinerario particular para llegar a ser los profesionales que serán en un futuro muy próximo.

En este proceso de toma de decisión, van a tener que gestionar tres variables:

-       sus necesidades

-       sus expectativas

-       el contexto



Intenté hacerles ver que las NECESIDADES y su jerarquía marcan el punto de partida para tomar cualquier decisión y que estas necesidades evolucionan por lo que nuestra profesión tendrá que responder a necesidades muy básicas (de supervivencia) para pasar a colmar expectativas de nivel superior: relación, pertenencia o ubicación social y autorrealización.

Mi consejo es que no dejen de tener en cuenta los diferentes niveles o la jerarquíaa de estas necesidades para tener en cuenta que nuestra profesión tendrá que dar respuesta a todas estas fases, dependiendo de nuestra propia evolución personal.

En cuanto a las EXPECTATIVAS sobre una profesión, se conforma de la imagen que tenemos del profesional. La vocación se construye con ideales y es lógico que nuestra visión de una profesión sea romántica, llena de valores e imágenes interesantes y motivadoras. Hicimos un repaso sobre la imagen que tenemos del periodista y tratamos de analizar los estereotipos que existen al respecto. Incluyendo su evolución con el paso de tiempo (vimos algunos cortes de películas en la que se ofrece una visión del periodista y su ejercicio profesional).

Por último, el CONTEXTO lo enfocamos como la parte más difícil de controlar de este proceso, ya que se nos escapa, es algo externo que no vamos a poder cambiar. El contexto socioeconómico es variable, por lo que ni siquiera ajustándonos a los datos que podamos manejar hoy podremos garantizarnos el dato exacto sobre qué perspectiva nos espera dentro de unos años. Les recomendé que estuviesen siempre informados, que conociesen el contexto en el que se desenvuelven, para poder reducir, gracias a la información, el margen de incertidumbre que siempre va a existir en este entorno.

Finalmente, llegamos a una breve conclusión a modo de consejo, que fue lo que me permití recomendarles como punto final de la charla:


  • Toma decisiones
  • Cuestiona periódicamente tus necesidades
  • Dale un hilo conductor a tu CV
  • Garantiza lo genérico
  • Sé creativo en lo individual
  • Analiza la realidad
  • Busca oportunidades

Y tocó el turno de las preguntas, donde demostraron, precisamente, el tipo de personas que son: formados, curiosos, analíticos, muy respetuosos, muy abiertos y comprometidos, críticos e ilusionados por el apasionante momento que están viviendo y que, a pesar de las dificultades y el panorama tan poco motivador que tienen en el mercado laboral, deben afrontar con determinación y sin perder el componente de idealismo que hace falta para que las cosas puedan ser mejor en el futuro próximo del que ellos formarán parte y al que contribuirán a mejorar.




Los amables compañeros de Prensa de la UIMP me hicieron esta foto tan estupenda en uno de sus salones. Se pasan el verano trabajando duro y hacen una estupenda labor.

Os dejo la grabación de los vídeos por si os resulta interesante:



Y la presentación de apoyo, en formato PDF.




miércoles, 10 de agosto de 2011

Comunicando con empatía

imagen: vomm


La inteligencia emocional es algo de lo que hablamos mucho, incorporando el concepto a nuestro día a día pero no siempre aplicamos este conocimiento. En numerosas ocasiones, el fallo que cometemos al no actuar con esta habilidad de saber gestionar emociones (propias y ajenas) ocurre en el ámbito de la comunicación. Y ahí lo estropeamos todo. Porque de nada sirve entender al otro y querer servirle de apoyo si a la hora de manifestar nuestros mensajes transmitimos lo contrario.

No es raro que dos personas con posturas más próximas de lo que parece terminen por discutir sobre una cuestión cuando realmente no hay tanta diferencia entre lo que están pensando. En estos casos suele existir un fallo en la capacidad para transmitir lo que realmente pensamos o para entender lo que nos dice el otro. Creo que la comunicación interpersonal tiene una doble vertiente: transmitir y recibir, y tenemos que poner nuestra voluntad en ambas facetas, especialmente porque las conversaciones se realimentan y el mensaje que dirigimos se convierte en un elemento que causa una respuesta. 

La empatía es un concepto del que también tenemos suficiente conocimiento. Ya no nos extraña que se nos sugiera falta de empatía para diagnosticar la razón de un malentendido. Forma parte de nuestras relaciones y la exigimos a los demás como algo necesario para conectar y mantener una relación personal. Sin embargo, resulta difícil identificarla en aspectos concretos y prácticos. Muchos creemos mostrar empatía con nuestro amigo, pareja... pero, ¿cómo lo estamos haciendo realmente? ¿qué elementos estamos mostrando para actuar con esta habilidad?

En nuestra comunicación podemos identificar fallos comunes que nos podrían mostrar lo contrario: no estamos actuando con empatía. Digamos que podemos sentirnos identificados con el otro pero no le estamos haciendo sentir así. Y la 'culpa' seguramente esté en las fórmulas que utilizamos para comunicarnos con él/ella.

Hay fórmulas de manual, elementos que si los analizamos destilan falta de empatía por todas partes. Y la mayoría de las veces que los usamos no estamos siendo conscientes de su poder 'letal' para situarnos muy lejos de la emotividad de nuestro interlocutor. Y a partir de ahí, difícilmente vamos a conseguir que nuestros matices le interesen porque lo que ha percibido antes de nada es que 'no le entendemos'. Y lo que seguramente tengamos sea una reacción de frustración. Y la frustración es caldo de cultivo para un estado anímico que facilita poco el entendimiento. 

Empatía no quiere decir que estemos de acuerdo con la otra persona. Podríamos considerar la empatía como un componente del entorno comunicativo. En un contexto de empatía podrá darse un intercambio de ideas más libre porque no habrá carga emotiva negativa. La empatía no nos obliga a aceptar todo lo que nos dicen, ni nos obliga a pensar como nuestro interlocutor. Pero si actuamos con empatía tendremos un entorno donde cualquier crítica o argumento en contra podrá ser percibido como algo constructivo, pues no atacará a las emociones, no negará la situacion en la que se encuentra el receptor y mostrará respeto a las emociones que está sintiendo: aunque no las compartamos, las entendemos.

Hay mensajes que arrastran una brutal carga de falta de empatía. Son mensajes inocentes, la mayor parte de las veces. Y solemos no prestar atención al poder emotivo que tienen. Una de estas frases exterminadoras de la empatía es:



"No entiendo por qué te afecta tanto"



Obviamente las cosas nos afectan dependiendo de muchos factores. Desde fuera siempre será difícil ponernos en el lugar de la otra persona, y seguramente sea de mucha ayuda que una visión externa, con más perspectiva, nos diga que el problema no es tan grave y que seguramente tiene arreglo. Pero con esta frase el problema o la cuestión queda reducida a una minucia y la 'culpa' recae en la propia persona. Si hablas con alguien que te dice no entender por qué algo te afecta es muy probable que cualquier intercambio de ideas resulte inútil. Primero, por la falta de entendimiento que vamos a encontrar al otro lado, en el aspecto emocional de cualquier situación, que es la parte que más difícil nos va a resultar gobernar porque las emociones no funcionan con la lógica de la razón. Segundo, porque en este mensaje hay implícito una señal de 'te equivocas'. Digamos que con esta frase lo que recibimos es que nuestras emociones, además, son incorrectas. Y si estamos hablando de emociones negativas, de algo que nos duele, nos incomoda o nos supera, tener que aceptar que la culpa es nuestra no ayuda a digerirlas, elaborarlas y procesarlas. 

Creo que hay fórmulas más acertadas para decir lo mismo sin caer en la falta de empatía. Tal vez: 

"Seguro que si lo miras con perspectiva, podrás con ello y te sentirás mejor."

"Entiendo que te afecte pero vamos a ver qué cosas se pueden hacer para que deje de hacerte daño".

¿Por qué no transmitir la misma idea sin la connotación negativa que tiene el primer mensaje? Especialmente porque la empatía es gratuita... si la tenemos, será estupendo mostrarla. Pero si no la sentimos, no es necesario transmitir esta ausencia. A veces, el silencio es mejor mensaje que una frase con una carga emotiva que solo transmite inseguridad, culpabilidad y sensación de error. Si queremos que la otra persona afronte un problema que le vence, podemos contribuir creando un contexto en el que reciba apoyo para sentirse más segura, más capaz y más fuerte. No justamente lo contrario. 

Y esta capacidad, entre otras cosas, es una de las características que define a una persona con verdadera inteligencia emocional: ser capaz de identificar la carga emotiva de las situaciones y manejarla para obtener el resultado que se persigue. Usar la emotividad de forma constructiva. Es complicado, claro que sí, pero siendo conscientes de ello seguro que estaremos más cerca de lograrlo.