domingo, 21 de diciembre de 2008

Lecturas: La mujer de blanco

Llego a este título, como anticipaba en la última reseña, motivada por las constantes referencias que se hacen en: El cuento número trece, de Setterfield, homenaje a la novela inglesa del siglo XIX.

En este clásico de Wilkie Collins descubro, no solo el placer de una lectura redonda, sino el filón de un género y un autor al que quiero explorar y disfrutar.

La novela, densa, trabajada, reflejo fiel de una época y sus costumbres, va desgranando de principio a fin la historia de un misterio, una traición, un profundo amor y una búsqueda denodada de justicia, en la que toman protagonismo aspectos característicos de la época como el honor, la lealtad, la reputación y la diferencia de clases.

El protagonista, Walter Hartright, es un profesor de dibujo que acude a dar clases a dos hermanas, sobrinas de un terrateniente de Cumberland. Antes de partir tendrá un encuentro enigmático con una misteriosa mujer de blanco, cuya presencia le acompañará inesperadamente hasta su nuevo destino.

A partir de esta convivencia con las dos jóvenes, el profesor se verá atrapado por un vínculo que le une a ellas y que le llevará a defenderlas a pesar de las circunstancias adversas y la dificultad añadida de su diferente posición social.

La narración de Collins se expone a modo de testimonios complementarios entre los distintos personajes de la historia. Este juego de voces múltiples es una evidencia más de la mano magistral de Collins, que no sólo atrapa al lector con su narración sino que lo hace a través de personalidades bien construidas, coherentes y veraces.

Disfruté con La mujer de blanco en mis vacaciones de verano. No creo que pueda darse contexto mejor para haber sucumbido de manera relajada a este hallazgo. Creo que es una perfecta compañía para quien busca el placer de abandonarse en los brazos de una gran novela. Un gusto, desde luego. Un verdadero gustazo.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Talento

Vía:: Peinate que viene gente

Al igual que existe el tópico de los jubilados parados ante una obra, observando, con las horas muertas (creo que ahora mismo muchos jubilados llevan vidas de una actividad que nos dan mil vueltas a muchos jóvenes agotados sin hacer gran cosa), yo de pequeña me podía pasar un tiempo largo junto a algún dibujante callejero (en la playa, en verano, era más frecuente encontrarse con estos tipos), deslumbrada por la agilidad con que improvisaban caricaturas y retratos a los veraneantes.

Hoy todavía la magia del dibujo me asombra. Imagino que ocurre cuando podemos ver materializarse un talento que nos es completamente ajeno.

En el blog de José Playo "Peinate que viene gente", su autor hace un particular homenaje a sus dibujantes favoritos. Tiene la suerte de haber trabajado con alguno de ellos y nos presenta las características que más admira de cada uno, salpicadas de anécdotas y con muestra digital de sus trabajos.

Me fascinó la chispa de Pupi Herera y me perdí un buen rato en su blog, divertida con el dibujo del pulpo que se le escapó de los dedos. Pero donde me reencontré con mis paseos nocturnos por el puerto de Torrevieja, con un helado y la atracción por el proceso de dibujar, fue en la web de Nico Di Mattia:




Es fantástico poder asistir al proceso en primera línea.
Gracias, José, por tan estupendo post.