Acostumbrados a vivir con los ordenadores (a pesar de que nuestra generación no tiene esa actitud intuitiva de los niños de ahora, que seguro nos darán mil vueltas), no me había puesto nunca en el papel de una persona menos familiarizada al uso de la informática. Lo he tenido que hacer ahora, al ayudar a mi madre a estrenar su nuevo portátil. Lo compró para "estar conectada", para aprender cosillas, integrarse en un mundo en el que la informática puede facilitarte la vida, y para poder participar en las comunicaciones online que los demás desarrollamos (email, chat, etc.).
Mi madre trabaja con un ordenador, es decir, no es completamente ajena al uso de estas máquinas, pero lo que ella utiliza está previamente estipulado: emplea unas cuantas aplicaciones para gestionar bases de datos de clientes, con un software específico para la empresa en cuestión. Una vez lo domina, se convierte en algo rutinario y con pocas sorpresas.
Pero he aquí que en su nuevo ordenador viene instalado el sistema operativo Windows Vista. Un golpe duro a la accesibilidad de un principiante. Jamás habría sospechado que aparte de las cuestiones técnicas (rendimiento, estabilidad de este S.O., funcionalidad, etc.) este entorno viene complicado hasta el exceso con una multiplicación de los avisos, las ventanitas que se abren inesperadamente, las preguntas reiteradas, las casillas para registrase, verificar, opinar, aceptar...
El sistema parece que ha querido copiar de alguno de sus predecesores (creo que Apple en este sentido le da mil vueltas) adquiriendo esta celebrada característica que es lo de "ser intuitivo". Bien, ahora se supone que cualquier persona sola puede entenderse con su ordenador siguiendo un sistema de diálogo basado en cierta lógica... Pues no es así.
Uno de los principales rechazos que siente una persona poco habituada al uso de ordenadores es la sensación de "falta de control" sobre el aparato. La posibilidad de equivocarse de opción, la incapacidad para entender unas instrucciones o responder mal a una pregunta es lo que paraliza a muchas de ellas. Mi madre lee desesperada las miles de ventanitas que arrancan solas desde la máquina y le preguntan cosas poco necesarias en momentos en los que está tratando de familiarizarse con su equipo:
¿De verdad quiere cerrar esta carpeta?
¿Quiere que Windows convierta este navegador en su navegador predeterminado?¿Quiere que Windows convierta este acceso de red en su acceso de red predeterminado?
Windows ha detectado un nuevo acceso de red, indique si el acceso lo hace desde su casa, desde el trabajo, desde la calle...
Muchas de estas preguntas se superponen y son simultáneas e intrusivas, ampliando la confusión del usuario. A mí misma me ha costado intentar ayudar con la configuración inicial del portátil y ha llegado un momento en el que el síndrome de la multitarea me ha causado cortocircuitos, por la incapacidad para responder a tantas preguntas y cerrar tantas ventanas. Llegas a olvidar el primer asunto que estabas tratando de resolver.
Estaría bien que cuando ponen en marcha un sistema operativo tuviesen en cuenta al público menos habituado a tratar con los equipos. Puede ser una referencia buena para limpiar algunos procesos inútiles o poco lógicos. Al fin y al cabo, por muy experto en informática que seas, navegar por el ordenador tratando de que responda a tus indicaciones no es muy diferente si tus expectativas son de novato o de usuario avanzado. A nadie le resulta útil el mareo y la desinformación. Sobre todo si lo incorporan como tendencia.