Llevo tiempo fallando a mis dos blogs. No me motiva escribir alguna de mis ideas o no les encuentro acomodo. Quizás porque hay etapas en las que apetece más escuchar. Sé que hay cosas que están cambiando, en mi vida (interna y externamente), y por eso mis necesidades cambian.
Un blog se abre con la idea de transcribir temas, ideas y asuntos que son tu centro de interés en un momento dado. Luego esos intereses cambian y por eso a veces pienso que lo mejor de los blogs sería si tuviesen una vida limitada. Una etapa: un reflejo temporal de un periodo de tu vida.
Mi interés por la comunicación es profesional, me dedico a ello. Pero lo que empezó con un interés concreto sobre el periodismo, la comunicación corporativa y el uso profesional de los mensajes ha pasado poco a poco a ser una preocupación más centrada en la conexión emocional de la comunicación. Cómo comunicamos según qué cosas y cómo nuestros mensajes pueden esconder emociones, o mostrarlas, o cambiar según las gestionamos.
Reconozco que no soy muy defensora del periodismo como profesión porque una profesión se convierte en un medio y los medios siempre son algo imperfecto e instrumental. Cuando estudias una carrera por vocación tienes el riesgo de sufrir el choque entre idealismo y realidad. La realidad del periodismo es como la realidad de cualquier medio de vida: una profesión en la que lo instrumental supera a lo esencial. No comparto el modo en el que se realiza la tarea informativa desde los principales medios y aún así estoy convencida de que se hace mucho bueno. Y que los niveles de profesionalidad, libertad y costumbre (estamos acostumbrados a estar informados) deben mantenerse. Pero son imperfectos. Hay intereses, hay desinformación y hay una cara oculta en la moneda que enturbia mi idealismo y me hace no estar muy orgullosa de ser periodista.
El modo en el que me gano la vida, en el departamento de comunicación de una empresa, tampoco está exento de todo tipo de errores. Es más, tiene un handicap inmenso: eres un informador profesional rodeado de 'no informadores'. Como tu tarea pertenece al área de las ciencias sociales toma como partida una habilidad que se presupone a todos: todos sabemos comunicar. Se olvida que la comunicación profesional tiene un matiz que la especializa. Y en una empresa terminas siendo la que 'sube' contenidos a una web por orden de otros; la que usa textos (horribles) escritos por profesionales de otras áreas que sucumben al encanto de su torpe prosa o su creencia ferviente en que, salvo física cuántica, ellos saben hacer MEJOR de todo.
En las empresas existen 'naturalezas' diferentes: hay empresas innovadoras, que apuestan por la modernidad, por el trabajo en equipo y la gestión del conocimiento. En empresas con cierta creatividad la comunicación puede verse reforzada.
Pero hay empresas miedosas, donde se ejerce la disciplina como único mecanismo para creer que se garantiza cierta productividad y donde se confunde el rigor y la austeridad intelectual con la docilidad. En esas empresas la comunicación se convierte en un mecanismo simple para cumplir con ciertos objetivos limitados, sin visión, sin alcance. En esas empresas es triste gestionar nada relacionado con la comunicación porque no se contempla el fenómeno de manera global o profesional. En este tipo de empresas los comunicadores somos 'amanuenses' que 'picamos' texto, publicamos frases descontextualizadas y acompañamos, a veces, nuestros escritos con imágenes. Pero no puedes pedir que un texto cambie de enfoque para adaptarse a un público determinado o que un texto responda a una necesidad detectada de responder a una inquietud concreta de tu audiencia. No puedes pedir que las imágenes tengan sentido, simbolismo y mensaje y no vas a ser escuchado porque solo eres 'el que copia y pega'.
La profesión, en este área, por tanto, no motiva.
Y por eso mi interés en la comunicación va cambiando... Ahora mismo no quiero hablar, no quiero decir grandes cosas. Hace poco una mujer muy sabia me dijo que las mujeres que esperamos un bebé nos volvemos silenciosas. Miramos hacia adentro en vez de hacia afuera. Puede que ahora sea un buen momento para reflexionar y análizar cuál es mi interés real por la comunicación. ¿Es profesional? ¿En qué área? Me interesan las conexiones emocionales de los mensajes, y me interesa la vertiende psicológica de esta habilidad humana que es vehículo de nuestras ideas y nuestros sentimientos.
¿Cómo enfocar eso en un blog tan variopinto y con contenido tan desordenado? No sé si cambiándolo, si llevando el agua a otro molino y convirtiendo este blog en un blog reflexivo.
Me sigue gustando que en mi blog abunden las reseñas literarias. Me gusta leer y comentar lo leído. Me gusta dar referencias y compartirlas. Ese interés no ha cambiado solo que, igualmente, lo que leo me suscita reflexiones pero aún no tantas certezas.
Es una fase de reflexión y replanteamiento. De escuchar, que si bien lo pienso, es una forma de comunicación quizás muy positiva.
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