martes, 25 de diciembre de 2007

QUÉ LEO: Tenemos que hablar de Kevin

Tenemos que hablar de Kevin (Lionel Shriver)

A través de cartas que escribe a su marido, Eva va narrando la vivencia atroz que ha marcado su vida cambiándolo todo para siempre: Kevin, su hijo adolescente, protagoniza una matanza a sangre fría en su instituto. El hecho en sí es el punto de partida de su relato y, a la vez, la conclusión de un itinerario que Eva venía anticipando al observar la naturaleza y actitud de Kevin desde su nacimiento. Mediante su narración y reflexiones, la protagonista nos hace partícipes de todas estas íntimas impresiones que marcaron su maternidad desde el principio. Se trata de un recorrido apasionante y electrizante por unos sentimientos que se alejan del simple complejo de culpa maternal para ahondar en un sinfín de matices dudosos, políticamente incorrectos y rotundamente sinceros, sobre los que Eva intenta construir su nuevo papel, el de cómplice, tal vez, por no haber evitado la catástrofe, o el de víctima por seguir queriendo a un asesino.

Entre las líneas de esta novela podemos encontrar ideas audaces sobre la maternidad y su contexto, que no siempre es tan positivo como estamos acostumbrados a asumir en una sociedad que sacraliza este fenómeno, impidiendo, incluso, abordar abiertamente sus aspectos menos gratificantes, más angustiosos y negativos. Eva es una profesional brillante, con una vida plena, y se reconoce feliz. Su vida de pareja es equilibrada, cómplice y satisfactoria. Y el nacimiento de su hijo le produce un desequilibrio importante en todo lo que hasta ese momento había sentido controlar. Kevin es el extraño que no responde a las reglas del mundo de Eva. La somete a prueba, aprende a desarrollar una tortura emocional continua que dirige hacia su madre desde las más absoluta frialdad. Este es el tipo de relación que va desarrollándose entre ambos a medida que Kevin crece y se convierte en un niño indiferente a todo; apático; frío y con una capacidad brutal para herir.

Las reflexiones de la protagonista, con un grado máximo de sinceridad e infinidad de matices, van mezclando las conclusiones que obtiene de su propia vivencia de la catástrofe y el tiempo anterior a ella con las ideas que resultan de sus propias dudas y de la lucha emocional que establece consigo misma. Este contenido de reflexión narrativa y descriptiva es uno de los mayores lujos del libro, que te atrapa y te sitúa como elemento pensante en el debate mental y emocional que Eva ha generado. En todo momento la acción está sostenida. No hay descanso en la tensión constante del relato a pesar de estar surcado por esta serie de ideas en construcción con las que la protagonista edifica la historia. El acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias se desgranan con una maestría tal que el resultado es impecable.

Lionel Shriver se consagró con esta novela al obtener en 2005 el Orange Prize. Previamente había trabajado como periodista y autora de otras seis novelas. Es una mujer de carácter peculiar como puede verse en esta entrevista publicada en la versión digital de The Guardian. Desde julio de 2005 ha publicado en este medio algunos artículos en los que pone de manifiesto sus particulares ideas sobre la maternidad y su concepto en la sociedad occidental.

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