martes, 9 de octubre de 2007

El País anuncia una renovación

Su tarjeta de presentación va a incluir el adjetivo "global" como lema, y en la definición de los rasgos que configuran su nueva forma y fondo recibo un mensaje que, como casi todo lo que me provoca El País desde hace unos años, me suena a "ya vivido".

Veamos cómo nos anuncia el medio su nueva etapa e intenciones:


- Texto completo de la noticia (EL PAÍS, 9/10/07)



No me cabe duda. Esta sensación de estar leyendo algo ya contado es lo que prima tras el repaso a esta novedad de la cabecera. Sin embargo reinventarse y redefinirse parece ser un concepto necesario y muy conveniente en la sociedad actual, y está bien que un diario que quiere perpetuarse busque el modo de ir hacia adelante renovando sus propuestas.

La pega que yo le pongo siempre a El País, y que no encuentro modo de obviar, es que todo lo que toca huele a "tendencia". Su suplemento hace tiempo que dejó de ser un producto de lectura dominical de cierta audacia para convertirse en una guía de compras, usos y costumbres avalados por esa "modernidad" a la que aluden, en un término tan gastado que debería entrar en el lote del plan "renove" al que han sometido al resto del diario.

El País hace tiempo que no tiene que convencer, y se nos ha aburguesado. De esta idea ya me he hecho eco en anteriores ocasiones y no sé si este lavado de cara del periódico conseguirá hacerme cambiar de idea. De momento, el listado de rasgos mutables me parece también la enumeración de un catálogo ya visto: mayor protagonismo de la imagen, esfuerzos por optimizar la infografía, contar las noticias de manera diferente, público heterogéneo...

Lo curioso es que este diario quiere hacer un cóctel complicado y no se atreve a confesar que no tiene la receta: para recordarnos que es una publicación con solera y para refrescarnos la memoria sobre el papel que desempeñó en sus comienzos, hace referencia a cómo "revolucionó la prensa española". Sin embargo, no nos explica qué tiene que ver el espíritu rebelde y "revolucionador" con ese "periódico global" que aspira a ser.

Habla del "mayor grupo de educación, información y entretenimiento" y lo intercala con sus evocaciones de ruptura, espíritu crítico y actitud contestataria que le llevó a la gloria. En un esfuerzo por llegar a ser casi tan inteligentes como la élite que está detrás de eta megaindustria del ocio y la información (unir estos conceptos es otra de las maniobras de prestidigitación que tan sin despeinarse suele ejecutar el habilidoso medio), no nos queda otra que interpretar que la sociedad ha dado un giro radical y ahora la mayoría es la que tiene razón y que el triunfo de la minoría y la crítica nos ha llevado a una etapa en la que la minoría se multiplicó y todo lo que viene avalado por esa "globalidad" y universalidad de criterio es lo aceptable.

Sin embargo, mi humilde opinión me hace repetir que la naturaleza humana no se renueva con tanta agilidad (probablemente porque no puede contratar los servicios de un completo equipo de diseñadores y sabios de Edimburgo), así que no me cabe en los esquemas este gazpacho dulce que la criatura de Prisa nos va a vender mañana.

Le daremos, por supuesto, el beneficio de la duda y nos enfrentaremos a este nuevo estilismo con la frescura con la que nos enfrentamos a todo lo estéticamente adaptable, que tan bien nos sienta y que tan bien encaja con la costumbre de "estímulo contante" que es una etiqueta muy propia del consumo intelectual y sensorial del momento. Sólo por el esfuerzo de marchar a tierras escocesas para encontrar a los sabios que abanderan el proyecto, la cosa pinta, como dicen ellos, "moderna". Porque así es como nos vamos a sentir cuando abramos las páginas del nuevo periódico: completamente modernos, todos juntos, en esta esfera global heterogénea, que espera, ansiosa, que le cuenten las noticias "de otro modo".

¿Me lo explican?

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