
Recibimos tantos mensajes, en tantos formatos, a través de tantos vehículos sonoros, visuales, analógicos, digitales o impresos que entiendo nuestra baja exigencia general a la hora de recibirlos. Es curioso, por lo tanto, prestar un poquito de atención o cuestionar algunos modos de hacer las cosas. Me refiero al noble arte de informar, que suele adolecer últimamente, de demasiada desgana y muchos clichés que se copian y se reproducen con esta agilidad...